Es normal que cuando nos empezamos a interesar en hacer nuestro propio mundo de fantasía, se nos vengan muchas dudas.
- ¿Por dónde empiezo?
- ¿Qué es lo mas importante que tengo que tener en cuenta?
- ¿Cuánto tiempo tiene que abarcar la creación de mi mundo?
Estas son solo algunas de las preguntas que buscamos responder y que nos abruman por la cantidad de información que hay que abarcar para que todo salga bien.
Pero al mismo tiempo es algo que nos apasiona y, en mi experiencia, una de las principales motivaciones para sentarme a escribir.
Esto es abrumador
Recuerdo cuando me ponía frente a una hoja en blanco y empezaba a detallar ciertos aspectos de una raza, sus comportamientos, las armas que utilizan o la magia que pueden ser capaces de manipular. Me podía quedar horas y horas respondiendo las preguntas que me surgían para intentan que sean lo mejor y lo mas original que nadie haya visto jamás.
La dopamina inundaba mi cuerpo y mi entorno se esfumaba.
De pronto la idea de un personaje que pueda rivalizar con esta raza porque cuenta con un poder que heredó de su familia, que viene de un antiguo clan de las estepas le daba mas sentido a todo.
Así se iba montando una información tras otra y al final todo se volvía tan complejo, enorme y abarcador que me era imposible centrarme en un aspecto a desarrollar en profundidad. Cuando quería retomar el tema, me daba cuenta que no tenia forma de entrar nuevamente, lo que me frustraba y me ponía a pensar en otras temáticas que me interesaran. Lo que, a la larga, ampliaba el mundo y la información que se tenia que interconectar.
Y ahí está uno de los puntos principales a los que me enfrenté durante años.
La interconexión de la información.
Porque no era solo la información que yo escribía en mi momento de flow, era también la información que me faltaba.
Eran los pensamientos que me invadían diciéndome:
“No estas listo para escribir esto”
“Te falta información acerca de este tema”
“¿Por qué vas a hablar de algo que no sabes? te van a criticar por ello”
Es en ese momento que todo el mundo se viene abajo. La frustración se dilata y la motivación se desvanece.
Al menos en lo que a mi respecta.
Tras varios años, casi 10, fui aprendiendo a conectar la información que venia recabando y anotando en cuadernos, hojas sueltas, archivos de word, archivos de excel, blocs de notas en el celular y cosas que nunca había bajado de mi cabeza y seguían rondando.
Hoy, con 33 años, puedo decir que estoy cada vez mas cerca de cumplir mis sueños, de cristalizar todo aquello que alguna vez pensé, leí, experimenté, jugué y oí. Muchas veces dejé mi proyecto de lado para centrarme en el trabajo, en mi pareja y en la vida. Pero siempre volvía a retomarlo con mayor motivación hasta que esta se desvanecía nuevamente.
Al final me di cuenta que este proyecto es mi vida y que a partir de él, mi vida se va a proyectar.